El Día Mundial de la Leche se celebra el 1 de junio de cada año. Esta fecha fue establecida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con el objetivo de destacar la importancia de la leche y los productos lácteos en la alimentación humana, así como en la industria agrícola y ganadera.

El Día Mundial de la Leche busca fomentar la conciencia sobre los beneficios nutricionales de la leche y los productos lácteos, así como promover la producción sostenible de leche y el papel crucial que desempeña en la seguridad alimentaria y la nutrición. También se enfoca en resaltar la importancia de la leche como fuente de ingresos para millones de pequeños agricultores en todo el mundo.

Este año El Día Mundial de la Leche se celebra en un contexto marcado por la revalorización del producto debido a la inflación, hasta el punto de que el consumidor empieza a acostumbrarse a que ronde el euro/litro en el súper, un precio “soñado” por el productor que, no obstante, sigue asumiendo elevados costes.
Toda la cadena de valor de la leche está asimilando el cambio estructural al que se está sometiendo este sector acostumbrado a hablar de “producto reclamo” o “compra-venta a pérdidas”.

Los ganaderos son conscientes de que el precio en origen está ahora a niveles dignos (han subido un 55 % en el último año, hasta rozar los 60 céntimos el litro) gracias, entre otros aspectos, a una menor producción de leche que se vio especialmente resentida en la segunda mitad del año pasado cuando se enviaron más vacas lecheras al matadero porque se pagaba mejor la carne que la leche.

Hubo caídas de producción anuales cercanas al 4 % (en agosto de 2023) pero los volúmenes comienzan a recuperarse y ya la diferencia porcentual es menor.

Habrá que ver cómo impacta esa recuperación de la producción de leche en los precios de compra-venta a lo largo de la cadena.

En todo caso, la leche vale más pero no cabría pensar que se traduzca en más ganancias al ganadero porque éste sigue asumiendo elevados costes de producción (a pesar de la rebaja en los cereales) hasta hacer la actividad poco o nada rentable.
Si no es rentable y además es un trabajo “sacrificado”, no es atractivo y eso merma su capacidad de relevo generacional y el abandono hasta el punto de que cada día cierra una granja en España, según los últimos datos.