Resumen
Todo apunta a que en un futuro próximo las líneas genéticas hiperprolíficas de cerdas alcanzarán una cifra de 35 lechones destetados/cerda/año como referencia. Para ello deben diseñarse nuevas estrategias nutricionales que garanticen la productividad de las cerdas hiperprolíficas a lo largo de su vida reproductiva.
El manejo de la alimentación y las estrategias nutricionales deben adaptarse a cada una de las fases por la que pasa el ciclo reproductivo de la cerda (nulíparas, intervalo destete-celo, gestación y lactación) y teniendo en cuenta, además, la paridad de la cerda (primíparas vs multíparas). La alimentación de la cerda nulípara será controlada para mantener tasas de crecimiento de 650-700 g/día, practicando flushing en los días previos a la primera inseminación para aumentar la tasa de ovocitación. Durante el periodo destete-celo se debería emplear un pienso específico rico en carbohidratos (especialmente almidón y azucares) aunque puede utilizarse pienso de gestación enriquecido en dextrosa. El periodo de transición comprendido entre el final de gestación y principio de lactación tiene una gran importancia para la productividad de las cerdas hiperprolíficas. En este periodo el aporte de L-carnitina, PUFA omega-3, fibra y ácidos grasos de cadena media puede mejorar la tasa de supervivencia de los lechones en las camadas numerosas. Durante la lactación el manejo de la alimentación debe ir enfocado a que la cerda consuma la mayor cantidad de kilos de pienso, de manera que las necesidades nutricionales queden cubiertas con la menor movilización de reservas corporales. Aumentar el nivel energético de la ración no asegura el aporte necesario para la producción láctea, para ello las estrategias deben centrarse en aportar un correcto nivel de aminoácidos, cereales de alta calidad y un contenido en almidón de 420-450 g/kg.
Introducción
La cerda hiperprolífica es capaz de llevar a cabo una tasa de ovocitación de 20 ovocitos, pudiendo completar 2,6 partos/año, lo que le confiere un potencial de 52 lechones/año. Sin embargo, debido a una serie de factores (época del año, nutrición, enfermedades, reabsorciones embrionarias, mortalidad predestete, etc.) el potencial teórico de 52 lechones es inalcanzable. No obstante, en la actualidad la cifra de 30 lechones destetados /cerda/año comienza a ser habitual, e incluso, en granjas bien gestionadas la superan y todo apunta a que veremos la cifra de 35 muy pronto como referencia.
Las cerdas hiperprolíficas se caracterizan por reducir el peso individual del lechón al nacimiento y aumentar la variabilidad de la camada (Baxter et al., 2013), razón por la cual el progreso genético en la prolificidad no ha ido parejo a la mejora de la productividad numérica. La mejora en la prolificidad debe ir acompañada en una mejora en la vitalidad de los lechones, donde la alimentación a lo largo de la vida reproductiva de la cerda juega un papel destacado. Las necesidades nutritivas y la capacidad de ingesta varían a lo largo del ciclo productivo, aspectos que deben ser conocidos para conseguir la máxima productividad, optimizando la tasa de ovocitación, la implantación de embriones, el desarrollo y crecimiento fetal, la producción de calostro y la producción láctea.
Alimentación de la nulípara
La alimentación durante la fase prepuberal, debido al potencial de las cerdas hiperprolíficas, es clave para conseguir el máximo rendimiento de la cerda y la mayor longevidad, pero a la vez es uno de los aspectos más descuidados por parte de los porcinocultores.
A partir de los 70 kg de peso vivo se utilizará un pienso especifico de recría (13,5-15% PB, 3.200-3.300 Kcal/kg de EM, 0,6% de lisina digestible) pudiendo administrarse ad libitum o racionado hasta los 125-130 kg, siempre que se consigan tasas de crecimiento de 650-700 g/día, evitando el exceso de engrasamiento. A partir de ese momento se efectuará racionamiento del pienso y unas dos semanas antes del celo utilizado para la primera inseminación se practicará flushing para estimular la ovocitación. El objetivo es cubrir a la nulípara con un peso de 150-160 kg y un espesor de la grasa dorsal (EGD) de 16-20 mm medido en P2. Con ello se pretende el óptimo desarrollo anatómico del útero, articulaciones y huesos fuertes, un nivel moderado de grasa y una buena madurez fisiológica de manera que se pueda garantizar el mayor tamaño de camada posible en la primera gestación en función de la genética. Este aspecto es importante, ya que existe una correlación significativa entre el tamaño de la camada al primer parto y la productividad a lo largo de la vida reproductiva útil de la cerda (Iida et al., 2015).
Alimentación periodo destete-cubrición
Tras el destete las cerdas deben alimentarse ad libitum para conseguir un cambio rápido del estado catabólico de la lactación a un estado anabólico; ello provocará un estímulo en la secreción de las gonadotropinas y, en consecuencia, una mejora en el número y calidad de los ovocitos. Se debería emplear un pienso específico rico en carbohidratos (especialmente almidón y azucares). Si se utiliza pienso de gestación se puede añadir 150 g/día de dextrosa.
Actualmente se recomienda una alimentación individual con comederos de auto-servicio con bebedero de tetina. El objetivo es que las cerdas coman 4,5 Kg/día durante los primeros 5 días tras el destete y un total de 23-25 Kg durante este periodo. Con ello se pretende acortar el intervalo destete-celo y aumentar el tamaño de la camada, sobre todo en las primíparas.
Alimentación en gestación
Esta etapa es clave para mejorar la tasa de supervivencia de los lechones y, en consecuencia, aumentar el número de los mismos al destete. Ello tiene una mayor relevancia en las cerdas hiperprolíficas cuyos lechones tienen un menor peso individual al nacimiento. En este sentido, hemos de ser capaces de mejorar la tasa de supervivencia de los lechones al nacimiento mediante el diseño de diferentes cinéticas de alimentación a lo largo de la gestación. Para el cálculo de las necesidades energéticas y de aminoácidos durante la gestación se tendrá en cuenta, por una parte, el peso vivo y el espesor de grasa dorsal (EGD) tras el destete y el que se quiere alcanzar en el momento del parto y, por otra parte, el crecimiento fetal y de tejidos reproductivos. El EGD idóneo dependerá de la genética y de las características de la granja, estando influido, fundamentalmente, por la capacidad de ingesta de la cerda durante la lactación (tipo de comedero, manejo de la alimentación, condiciones ambientales, materias primas utilizadas, etc.). De esta forma el EGD puede variar entre 16 y 21 mm. Es frecuente detectar una falta de homogeneidad en la condición corporal en el mismo grupo de cerdas al final de la gestación, siendo muy importante alcanzar la homogeneidad del grupo en base al EGD ideal de la genética en cuestión.
Inicio de gestación
Durante esta fase se debería diferenciar entre nulíparas, primíparas y multíparas, de manera que a cada una de ellas se le ajuste la alimentación a su tasa de crecimiento y a su necesidad de recuperación de la condición corporal tras la lactación previa. A la hora de ajustar la curva de alimentación, en función de la condición corporal, hemos de tener en cuenta que el índice de conversión en las cerdas hiperprolíficas es elevado (4-5); esto quiere decir que una cerda que haya perdido 40 kg de peso durante la lactación necesita ingerir 180 kg extra en la siguiente gestación, lo que significa que debe consumir 1,5 kg de pienso/día extra de promedio.
En los primeros días 7 días post-inseminación conviene rebajar el aporte de pienso para posteriormente incrementarlo. Durante el periodo de implantación uterina (7º-21º día de gestación), en el caso de las cerdas nulíparas, la alimentación extra es contraproducente.
Mitad de gestación
Entre el día 30 y 90 de gestación las cerdas nulíparas deberán ver cubiertas sus necesidades de mantenimiento y crecimiento; y las cerdas primíparas, principalmente, y las multíparas deberán recuperar la condición corporal óptima de cara al próximo parto. En ambos casos las necesidades reproductivas y fetales son mínimas. El aporte de pienso en este periodo se hará en función de la condición corporal, pudiendo haber una diferencia de 0,5 kg/día entre cerdas gordas y delgadas.
En este periodo se ha de mantener un buen equilibrio energía/nutrientes para evitar un suministro insuficiente de nutrientes, sobre todo si se alimentan las cerdas con un pienso bajo en energía. Pero también se ha de evitar la sobrealimentación, ya que tendrá un efecto negativo sobre la producción láctea posterior, debido al engrasamiento del tejido mamario y al menor consumo voluntario de la cerda en lactación.
En algunas granjas, dependiendo de la genética y de la tasa de reposición, existe separación entre cerdas nulíparas, primíparas y multíparas, debido a que el aporte de pienso es menor a la ingesta voluntaria, por lo que el sistema de alimentación ha de tenerse muy en cuenta para evitar una gran variabilidad de la condición corporal del grupo.
Final de gestación
En el último mes de gestación aumentan las necesidades de crecimiento fetal y reproductivo (crecimiento de placenta, útero y mamas). Si la suplementación no es la adecuada o la composición del pienso no es la ideal la cerda movilizará reservas corporales grasas y/o proteícas para mantener la tasa de crecimiento fetal y de los tejidos reproductivos (Theil et al., 2011). Por ello, en opinión de Campos et al., (2012) la disminución de ingesta de pienso o del contenido energético del pienso tiene tan solo un efecto marginal sobre el peso del lechón al nacimiento; sin embargo, la ausencia de determinados aminoácidos si puede tener consecuencias. No obstante, el incremento del aporte de pienso en las últimas tres semanas de gestación mejora la vitalidad de los lechones al nacimiento, debido a la mejora del tono de la cerda al parto. Se recomienda incrementar el aporte de pienso 0,5-0,8 kg/día, pero de forma paulatina en 2-3 días para evitar la torsión u otros trastornos digestivos.
El impacto del nivel de aminoácidos y de energía del pienso al final de la gestación (90º-111º día de gestación) sobre la cerda y la camada es diferente según se trate de nulíparas o multíparas (Tabla 2). En opinión de Concalves et al., (2015) las nulíparas ganan más peso que la multíparas en función del aporte de aminoácidos y de energía. Las cerdas alimentadas con mayores niveles de energía tienen mayores porcentajes de mortinatos; sin embargo, esto no ocurre en el caso de las nulíparas. El peso del lechón se incrementa en unos 30-40 g como consecuencia del mayor aporte al final de gestación, pero hemos de ser muy cuidadosos con este aporte extra porque podemos aumentar el porcentaje de mortinatos y provocar un excesivo engrasamiento de las cerdas que incida negativamente sobre el nivel de ingesta en lactación. En este sentido, las cerdas con más de 22 mm EGC al parto presentan un menor consumo voluntario con alimentación ad libitum durante la lactación, movilizando más reservas corporales.
Al final de la gestación la L-carnitina puede jugar un papel destacado en el crecimiento fetal a través de la estimulación del crecimiento de la placenta, aumentando la transferencia de nutrientes al feto (Eder, 2009). En las actuales cerdas hiperprolíficas se ha observado una mayor eficiencia en la transmisión de nutrientes hacia el crecimiento fetal y de los tejidos reproductivos (Andersen et al., 2011), pero, a pesar de ello, y como consecuencia del aumento del tamaño de la camada, el peso medio de los lechones al nacimiento se ha visto reducido.
Desde el traslado de la cerda a la sala de maternidad, se irá reduciendo el aporte de pienso hasta el día del parto pero no de una forma brusca (300-500 g/día), cuyo aporte será mínimo (1-1,3 kg/día) el día del parto. Con ello se favorecerá el proceso del parto, evitando distocias, partos prolongados, retención de placenta, presencia de problemas infecciosos (MMA) o agalaxia.
El aporte de fibra unos días antes del parto evita el estreñimiento de la cerda y de esta manera facilita la expulsión de los fetos a través del canal del parto. Oliviero et al., (2010) correlacionó la ausencia de estreñimiento con partos más cortos, lo cual tiene una especial relevancia a medida que se incrementa el tamaño de la camada. Otro efecto beneficioso de la fibra es su capacidad para incrementar la absorción de energía por parte del trato gastrointestinal (Serena et al., 2009). De hecho, las cerdas siguen absorbiendo energía pasadas 24 horas de la última comida, lo cual puede tener una cierta relevancia en el momento del parto, donde se aprecia una disminución del apetito de la cerda.
En las cerdas hiperprolíficas se deberían incrementar los depósitos de glucógeno hepático y muscular en los lechones al nacimiento a través de la alimentación de la cerda, lo que mejoraría la tasa de supervivencia neonatal (Leehouwers et al., 2002). En este sentido, Jean y Chiang (1999) reportaron un incremento del glucógeno hepático a las 4 horas de vida en aquellos lechones procedentes de cerdas que habían sido alimentadas con dietas ricas en ácidos grasos de cadena media, a partir del día 84 de gestación hasta el parto. El aporte de estos ácidos grasos de cadena media, dos semanas antes del parto, también mejora la calidad del calostro.
Durante mucho tiempo se ha estipulado que no existe transferencia de lípidos (ácidos grasos) a través de la placenta. Hoy en día se sabe que existe una cierta transferencia aunque limitada, de manera que el perfil de los ácidos grasos del lechón al nacimiento puede estar influido por el perfil de ácidos grasos de la dieta de gestación. No obstante el interés de incorporar ácidos grasos en la dieta de gestación para mejorar la vitalidad de los lechones es controvertido, ya que depende de la tasa de supervivencia de partida y de la cantidad y duración de la suplementación de lípidos antes del parto.
Se han investigado las diferentes fuentes de lípidos con respecto a su composición en ácidos graso poliinsaturados (PUFA). En concreto los PUFA omega-3 juegan un papel destacado en muchas funciones fisiológicas, como el desarrollo del sistema nervioso, la fluidez de las membranas celulares, la síntesis de prostaglandinas que pueden estar involucradas en la vitalidad y salud de los lechones neonatos. Los datos disponibles sobre el aporte de omega-3 a través del aceite de pescado indican que la programación de los partos debe ser adaptada, ya que los ácidos grasos omega-3 tienden a aumentar la duración de la gestación y a disminuir los partos prematuros.
El aporte de linaza extrusionada mejora el proceso del parto al acortar el tiempo de expulsión entre lechón y lechón y, por tanto, de sufrimiento fetal durante el parto, lo que podría explicar la mayor tasa de supervivencia de los lechones. La explicación podría buscarse no solo en el tipo de energía (lípidos vs almidón), ya que no se observa ninguna mejora en dietas isonergéticas con aceite de palma (rico en ácidos grasos saturados) sino, también, a otros factores como los componentes fibrosos de la linaza extrusionada que pueden contribuir a la vitalidad de los lechones en sinergia con los PUFA omega-3.
Alimentación en lactación
El aumento del tamaño de la camada se asocia con un aumento en la producción láctea de la cerda y, en consecuencia, con un aumento de las necesidades nutricionales.
En esta fase se debe intentar que la cerda consuma la mayor cantidad de pienso posible para que la producción láctea no se vea afectada y sin que la cerda tenga que movilizar excesivas reservas corporales (la cerda no debería perder más de 2 mm de EGD). La pérdida excesiva de peso durante la lactación provoca un bajo rendimiento reproductivo tras el destete, influyendo no solo en el alargamiento del intervalo destete-celo o en la tasa de concepción sino también en la calidad de los folículos y, potencialmente, en la heterogeneidad de la siguiente camada.
En el periodo de transición entre los últimos días de gestación y los primeros de lactación, desde el punto de vista nutricional debería tenerse en cuenta el tamaño de la camada, si bien esto a nivel práctico no es posible, ya que a priori se desconoce cual es el tamaño de la camada. No obstante para este periodo se recomienda que el 20% de la energía sea aportada en forma de triglicéridos, se mantenga una proporción 3:1 entre fibra FND:FAD y un balance electrolítico ≤ 200 meq/kg.
Durante la primera semana el aporte de pienso debe mantenerse por debajo de la capacidad de ingesta voluntaria de la cerda, no superándose los 5 kg/día el día 6º post-parto. El aumento de pienso no debe ser muy agresivo (1 kg/día) porque la recuperación del apetito será más difícil. El incremento debe ser paulatino hasta alcanzar los niveles máximos 8-9 kg/día. Como norma general la cerda deberá comer 2-3 kg de pienso para cubrir necesidades de mantenimiento (aunque ello depende del peso vivo y de la condición corporal) y 0,5 Kg de pienso por cada lechón (aunque ello depende de la densidad de nutrientes) para la producción de leche. Algunas cerdas pueden llegar a consumir hasta 10 kg/día pero la gran mayoría de las actuales líneas genéticas tienen dificultades para ingerir la cantidad de nutrientes necesarios para producir la leche necesaria. El aumento de peso de la camada puede servir para predecir la cantidad de nutrientes aportados por la leche, lo que puede permitir precisar los requerimientos energéticos, minerales y de aminoácidos ileales digestibles. A partir de ello y conociendo la ingesta voluntaria de la cerda, el nutricionista puede definir las características óptimas del pienso.
En la última de semana de lactación aumentan las necesidades de producción láctea por lo que puede existir un mayor desgaste de la cerda, sobre todo en las primíparas que tienen una menor ingesta voluntaria. En general, la ingesta voluntaria de las cerdas de 1º y 2º parto es del orden de un 15 y 5% menor que las cerdas de 3º o más partos. En este sentido, Strathe et al., (2017) recomiendan el uso de dos tipos de pienso en lactación (primíparas y multíparas). La alimentación húmeda aumenta el consumo de pienso entre un 10 y un 15%. En cualquier caso se ha de asegurar que las cerdas tengan acceso a agua fresca, ya que el consumo de pienso depende del consumo de agua y que el sistema de distribución del pienso fluya libremente.
Durante la lactación se recomienda administrar el pienso tres veces al día, a veces la capacidad estomacal limita la ingesta de pienso cuando se ofrece dos veces al día. Repartir el pienso en las horas menos calurosas del día y retirar el pienso no consumido, evitando fermentaciones y enmohecimientos en la parte superficial del pienso.
Aumentar el nivel energético de la ración no asegura el aporte necesario para la producción láctea, para ello las estrategias deben centrarse en aportar un correcto nivel de aminoácidos, cereales de alta calidad y un contenido en almidón de 420-450 g/kg.
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