El sector porcino aragonés lleva un lustro creciendo a un ritmo inusitado. Apostando por las granjas intensivas, y gracias a la entrada de inversores en nuevos mataderos y grandes proyectos como la planta que se está construyendo en Épila del grupo Guissona, la carne de cerdo y su primera etapa de elaboración generan actualmente en Aragón unos 11.000 empleos -4.000 más cuando esté en funcionamiento la planta epilense- y se ha convertido con diferencia en el sector más rentable del mundo agrario, y el cuarto por importancia en el PIB aragonés.
Pese a este buen clima económico, el auge de las explotaciones de porcino en la Comunidad no ha quedado exento de críticas. En varios pueblos de la Comunidad como Loporzano y o Canal de Berdún se han formado plataformas en contra de que en sus municipios se implanten nuevas granjas, argumentando que estas explotaciones generan un daño medioambiental a los ríos y limitan el desarrollo del turismo por las incomodidades que generan. A esta crítica a nivel local se ha sumado en los últimos meses las campañas llevadas a cabo por grupos animalistas como Igualdad Animal, mostrando imágenes y recopilando casos de granjas que no estaban en buen estado.
Por último, desde el punto de vista del consumidor, en internet y otros medios también proliferan los mensajes que alertan de los supuestos tratamientos con hormonas y los residuos que el uso de antibióticos pueden dejar en la carne. Un maremágnum de informaciones y opiniones encontradas en torno al sector más productivo del mundo agrario que en Heraldo.es hemos querido tratar hablando con ganaderos, veterinarios y animalistas.
“El uso de hormonas está prohibido, y los antibióticos se están limitando”
Antonio Vela es miembro de la junta directiva de la Asociación de Veterinarios de Porcino de Aragón. Para él, es importante que siempre que el consumidor vea un mensaje en torno a alimentación acuda a las fuentes más fiables. “Es completamente falso que en Europa se usen hormonas de crecimiento con el porcino o con cualquier tipo de ganadería. Están completamente prohibidas en los países de la Unión, no así en otros mercados como los Estados Unidos o América Latina”, comenta el veterinario, que trabaja dando asesoramiento a explotaciones para cumplir con la normativa de sanidad animal europea, considerada de las más restrictivas.
Cuestión distinta es el uso de antibióticos. Vela explica que al igual que haría un médico con los humanos, “los veterinarios suministramos antibióticos cuando son necesarios, pero también es falso que lleguen antibióticos a los productos finales. Está comprobado y testado cuánto tarda el animal en función de su peso y morfología en depurar los medicamentos, y no pueden ir a matadero hasta pasar ese tiempo”, señala.
Pese a esto, el veterinario reconoce que el uso de antibióticos es uno de los temas con mayor debate dentro de su sector. “Los veterinarios llevamos años trabajando para reducir el uso de antibióticos, porque es algo que nos preocupa y porque, al igual que en los humanos, su abuso puede crear resistencias. Existen programas a nivel europeo para reducir su uso en los próximos años, y el buen veterinario prefiere siempre dejarlos como última opción”, explica.
“El ganadero es el primer interesado en el bienestar de los animales”
José Luis Lavilla es presidente de Asopeco, la asociación pecuaria de Huesca, y cuenta con una explotación porcina familiar en Tamarite de Litera. En su opinión, “existe una corriente que quiere demonizar el consumo de carne más allá de entrar en debates sobre mejoras concretas que podría tener su producción, pero lo cierto es que el consumo de carne de cerdo está al alza, principalmente porque es una gran fuente de proteína barata”, asegura.
Este ganadero no rehúsa citar algunos puntos donde el sector aún tiene margen de mejora. “La gestión de purines -cuya normativa está siendo modificada en estas fechas por la DGA- y residuos o el uso de agua son campos en los que todavía queda margen de mejora para ser más eficientes y contaminar menos”, señala, poniendo en valor que el porcino es ahora mismo uno de los sectores que más empleo genera en el medio rural, donde las alternativas laborales no son demasiadas. Lavilla explica también que el consumidor puede estar seguro de que ningún animal en mal estado llega a matadero, y que las normativas y controles son exigentes por parte de la administración. “Aquí en Aragón cada explotación tiene de media entre uno y dos controles al año”, asegura.
Entre el crecimiento y la especulación: 1.000 cerdos más cada día en Aragón
La granja de Lavilla es una de las que estaban en Aragón antes de la llegada del ‘boom’ del porcino, que en los últimos cinco años ha hecho la Comunidad pase de contar con 5 millones de cabezas a rozar los 7. Para hacerse una idea, en este tiempo Aragón ha aumentado su número de plazas para la ganadería intensiva en una media de 1.000 cerdos más al día, y solo en febrero, según se puede ver en el BOA, llegarán otras cuatro explotaciones con 13.500 cerdos más. La balanza entre explotaciones intensivas y extensivas -con cerdos que viven en corrales y que consiguen un mejor precio en el mercado- es clara a favor de la primera en Aragón, con más de 4.000 explotaciones de este tipo por apenas 6 extensivas.
“En los últimos años constructoras y empresas de otros sectores han comenzado a invertir en granjas. Ahora mismo un 30% de las explotaciones son de capital de fuera del sector ganadero. Por el momento se está manteniendo sin problemas una estabilidad porque la carne de cerdo sigue siendo muy demandada, pero en mi opinión se debería empezar a estudiar que se obligue a invertir parte del dinero de nuevos inversores en otros subsectores como la transformación o la investigación ganadera”, comenta Lavilla en relación a la inversión que muchos empresarios están haciendo en granjas en la comunidad.
Los animalistas critican la visión “única” como producto de los animales
Por su parte, las organizaciones animalistas han visto cómo en las últimas fechas se ha dado mayor visibilidad a las críticas que ellos llevaban realizando años. “La mayor brecha que vemos entre el sector ganadero y nuestras propuestas es que se trata a estos seres vivos únicamente como productos de consumo, no existe ningún tipo de empatía”, señala Olga García, coordinadora del partido PACMA en Aragón. “Son animales que viven enajenados porque durante los pocos meses que tienen de vida no salen de espacios muy reducidos, llenos de estrés”, señala.
Las organizaciones animalistas de Aragón marcan en rojo un episodio vivido en la Comunidad. Durante la pasada riada del Ebro en 2015 accedieron a varias granjas que habían quedado aisladas por el río, donde pudieron grabar las condiciones en las que estaban los animales que habían quedado abandonados. “Era horrible”, resume García, que pudo ver cómo tras una semana los cuerpos de los animales se apilaban y se habían dado también casos de canibalismo.
“Lo peor de todo es que no se puso ningún medio ni interés por acceder a estas granjas, y a muchas de ellas accedimos simplemente con unas bota de agua”, critica. PACMA solicitó tras este episodio la puesta en marcha de un plan de emergencia para animales, que de momento no ha prosperado ni a nivel autonómico ni nacional.
En su opinión, Aragón y la DGA están haciendo una apuesta muy clara por el sector porcino intensivo sin controlar ni evaluar los daños que puede tener a futuro, recordando que durante los últimos años más de una treintena de municipios han sufrido restricciones de agua por culpa de la contaminación generada por los purines. “Aragón va camino de convertirse en la mayor granja porcina de España, con el riesgo que eso supone ya no solo por el trato que puedan recibir los animales, sino para el medioambiente por los residuos que genera”.
Fuente: Heraldo