La Unión Europea acaba de permitir la entrada a pollos de Marruecos lo que ha desatado la protesta de los productores españoles porque se abre más la mano a la entrada de alimentos que no cumplen los estándares de producción europeos, lo que les resta competitividad y en un contexto económico ya difícil.

Ésa es la crítica continua del sector primario comunitario que tenía puestas las esperanzas en la presidencia semestral de turno francesa porque quería avanzar en la imposición de las «cláusulas espejo» para exigir a los productos agroalimentarios importados desde países terceros los mismos estándares sanitarios y medioambientales impuestos en el club comunitario.

Esa presidencia ha acabado el 30 de junio, curiosamente el mismo día que el Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE) publicaba la aprobación de la entrada de pollo desde Marruecos sin, por supuesto, atender a las «cláusulas espejo» porque siguen sin existir.

El reglamento incluye así al país vecino en el listado de los que pueden exportar este producto a España y se suma a la treintena de los que ya podían hacerlo bajo las condiciones que ahora se le han pedido a Marruecos, como son Australia, Brasil, Canadá, China, Israel o Japón.
Se rompe también el escollo que tenía Marruecos con sus pollos, que no conseguía superar los exámenes impuestos desde Bruselas.

En 2017 fue una de las últimas veces que la UE decidió mantener el veto al pollo marroquí porque una misión de expertos concluyó que no se reunían las condiciones.

En ese informe incluso recogían «fallos» como «deficientes condiciones de transporte de los pollos vivos, miles de pollos muertos sin ningún control o la escasez de laboratorios de análisis», factores que «pueden favorecer las infecciones».
Sin embargo, el reglamento publicado este pasado 30 de junio señala que Marruecos «ha aportado garantías» en los ámbitos sanitarios y de seguridad alimentaria que le llevan a cumplir las exigencias requeridas.