Siguiendo con nuestro especial sobre pequeños rumiantes, hemos tenido la oportunidad de entrevistar a Luis Miguel Ferrer, Profesor del Departamento de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza, para conocer su visión sobre la problemática de la enfermedad del pedero y recabar todas las pautas a seguir para poder enfrentarse con éxito a esta enfermedad. 

Producción Animal: ¿Qué es el pedero?

Luis Miguel Ferrer: El pedero es una patología multifactorial que afecta al espacio interdigital de diferentes especies de ungulados, incluyendo los pequeños rumiantes, provocando cojeras graves. 

Al igual que otras enfermedades importantes del ovino y caprino, como las diarreas neonatales o el complejo respiratorio (neumonías), el pedero tiene dos bloques causales importantes: los factores de riesgo o predisponentes y los microorganismos implicados. Si no entendemos esta premisa no vamos a poder luchar de forma eficaz contra este proceso.

Cuando hablamos de pedero, debemos tener en cuenta que antes de que aparezca la sintomatología de la enfermedad, hemos tenido unos factores predisponentes preparando la zona interdigital y, previamente al temido pedero, se ha establecido una dermatitis interdigital o escaldadura, poco llamativa clínicamente, pero necesaria para que después aparezcan las graves cojeras del pedero.

P. A.: ¿Cuáles son los agentes etiológicos implicados en la enfermedad del pedero?

L. M. F.: Los agentes responsables de este proceso son múltiples y variados, ya que evoluciona según los gérmenes que se encuentran a nivel del espacio interdigital. El agente principal es Dichelobacter nodosus, aunque, como se ha comentado, éste no actúa si Fusobacterium necrophorum no ha preparado la piel previamente. Este primer agente presenta tres variedades: A, B y C y provoca una necrosis del tejido cutáneo interdigital, favoreciendo y permitiendo que Dichelobacter nodusus penetre hasta la epidermis y produzca un proceso inflamatorio exudativo con posterior necrosis de la zona, provocando la cojera y un olor nauseabundo. Se ha clasificado, según su virulencia, en tres tipos: B, al que pertenecen las biovariedades virulentas; M, con variedades intermedias y C, las avirulentas. Genéticamente, en las variedades virulentas aparece con mayor frecuencia la región cromosómica “vap” (virulence associated protein).

Además de este tándem, F. necrophorumD. nodosus, se han detectado otros muchos gérmenes en la zona lesionada, entre los más citados están: Stapylococcus spp, Streptococcus spp, Clostridium spp, Arcanobacterium pyogenes, etc., pero en cada lugar estudiado se pueden encontrar otros microorganismos participando en el proceso.

Además, cuando aparecen los exudados malolientes y la climatología es adecuada para la presencia de moscas, Wohlfahrtia magnifica deposita sus larvas y complica, todavía más, la lesión.

P. A.: ¿Cuáles son los principales factores de riesgo?

L. M. F.: Como en la mayor parte de las enfermedades de la producción, el control de los factores de riesgo es la clave para entender la enfermedad. En nuestro caso, ya que afecta al espacio interdigital, todos los factores que afecten a las pezuñas, tanto a su conformación, alteraciones del estuche y la piel del espacio interdigital, o a nivel profundo o metabólico, actuarán como factores predisponentes.

Dado que el proceso se produce por la llegada del germen a la zona afectada, todo lo que favorezca la penetración de la pezuña en suelo/estiércol infectado será peligroso para el animal. 

Generalmente, se suelen citar, a nivel individual, la edad, el peso y el sexo. Parece que hay susceptibilidad genética y la raza merina es bastante proclive a padecer el proceso.

La alimentación, especialmente en los casos de acidosis/laminitis afecta a la vascularización de la pezuña y favorece los procesos podales. También debemos pensar en la higiene y los alojamientos ya que todo aquello que favorezca la presencia de ambiente húmedo y sucio, que tenga contacto y favorezca la anaerobiosis será favorecedor del pedero. En este punto hay numerosos factores, desde el diseño y periodicidad de limpieza hasta los puntos de agua mal diseñados y que generan pérdidas y humedad o los suelos bastos y abrasivos para la pezuña o los suelos finos deslizantes que favorecen las caídas.

Causas más generales como el estrés o el mal manejo son también predisponentes y cualquier otra enfermedad que afecte a las pezuñas o al animal en general y cause bajada de defensa, será otra causa más a destacar.

P. A.: ¿Qué periodo de incubación suele tener esta enfermedad?

L. M. F.: El periodo de incubación para esta enfermedad se considera de 10-14 días con condiciones de humedad y temperatura adecuadas, pero puede variar con el ambiente y los microorganismos, y cepas de éstos, presentes en cada caso.

P. A.: ¿Cuáles son los principales modos de transmisión?

L. M. F.: Los gérmenes implicados en el pedero son telúricos y por lo tanto están en el suelo. Desde los suelos húmedos mal ventilados pasan al espacio interdigital donde, bajo condiciones idóneas, provocarán las lesiones y posterior cojera.

Algunos animales no terminan de curar y se quedan como portadores del proceso. Es especialmente grave en el caso de portadores asintomáticos que no podemos detectar y favorecen la persistencia y difusión del proceso.

P. A.: ¿Podríamos decir que se trata de una enfermedad del ovino y del caprino intensivo o afecta también a los animales en régimen extensivo?

L. M. F.: Afecta a ovino, caprino y otras especies, como el vacuno, y genera problemas en extensivo e intensivo. Las características de cada uno de los sistemas de explotación harán que difieran en cuanto a factores de riesgo, pero, en ambos casos, el proceso será un problema importante. 

En intensivo, el hacinamiento y la mala condición de las camas suele ser el principal problema, mientras que en extensivo, la humedad y los suelos mal drenados pueden ser la causa principal que prepare el espacio interdigital para que se instalen los microorganismos.

P. A.: ¿Qué papel juegan los portadores asintomáticos de la enfermedad?

L. M. F.: Como hemos comentado, los portadores asintomáticos, con lesiones mal curadas, pero sin una sintomatología aparente, pueden ser considerados sanos y ser introducidos con el grupo de animales sanos. Una vez en el lote, difunden los gérmenes, contaminando las camas y haciendo que el resto de animales entren en contacto con el tándem Fusobacterium/Dichelobacter y se activen nuevos focos de enfermedad.

P. A.: ¿Cuáles son los signos clínicos característicos de la enfermedad?

L. M. F.: El principal síntoma del pedero es la cojera. La intensidad de la misma y el número de animales afectados variará en función de los factores de riesgo y de los microorganismos, especialmente si se trata de cepas más o menos virulentas.

Los animales afectados con formas graves presentan una fuerte cojera de apoyo que hace que el animal esté tumbado durante largos periodos de tiempo, pudiendo andar de rodillas para desplazarse a comer. Consecuencia de esto es un adelgazamiento progresivo y bajada de las producciones.

A la exploración de la pezuña podemos encontrar un espacio interdigital húmedo y una pezuña caliente y con dolor a la palpación. Conforme avanza el proceso comienza a producirse un exudado maloliente que, en pocos días, pasa a ser totalmente fétido.

Si no se aplica un tratamiento, la infección puede extenderse hacia la suela y por la pared del casco, provocando su desprendimiento. Mientras la infección persiste dentro del casco, la anerobiosis favorece su continuidad, pero, cuando el casco se desprende y el oxígeno llega a la lesión es más fácil controlar a estos gérmenes.

Las infecciones secundarias y las miasis complican este proceso y cuando la infección alcanza las articulaciones interfalángicas, el proceso tiende a cronificarse y dificulta la recuperación de estos animales.

P. A.: ¿Qué efectos produce el pedero sobre los animales y cuál es su impacto económico en la granja?

L. M. F.: Como se ha comentado al hablar de los signos clínicos, el pedero causa cojera y dificultad para el desplazamiento de los animales. Esto va a generar una mala alimentación y, consecuentemente, una caída de la producción. 

Cuantificar las pérdidas es difícil y será en cada foco diferente, pero, algunos autores citan bajadas de un 25% en la producción de leche y pérdidas de casi 10€ por oveja, entre el tratamiento y la pérdida de producción. A todo esto, deberíamos sumar la eliminación de animales que no curan tras 2-3 tratamientos y la necesidad de implantar programas preventivos con un alto coste en manejo del rebaño, además de los fármacos.

P. A.: ¿Cuál es el tratamiento y qué medidas de prevención recomendaría en la lucha frente a esta enfermedad? 

L. M. F.: El tratamiento va a estar muy relacionado con los factores de riesgo que han favorecido su aparición, la cantidad de animales afectados y la gravedad de la lesión. La precocidad en instaurar el tratamiento va a ser vital para obtener un buen resultado.

En una enfermedad como esta, de fácil contagio, será importante separar a los animales infectados y tratarlos en un lugar que pueda ser desinfectado posteriormente.

El tratamiento seguirá una serie de pasos. Una vez localizado el animal se procederá a la exploración, limpieza y recorte de las pezuñas, siendo importante la limpieza del espacio interdigital evitando zonas de anaerobiosis. Una vez limpia y despejada la lesión se aplicarán sustancias antisépticas sobre la lesión, tales como agua oxigenada, compuestos yodados u otros antisépticos. Cuando es necesario, se pueden aplicar quimioterápicos locales y si el proceso es grave, se puede complementar con terapia antibiótica sistémica (oxitetraciclina, lincomicina, eritromicina, gamitromicina, etc.). 

Tras esta primera fase, los animales deberán ser sometidos a un pediluvio, teniendo en cuenta pasar en primer lugar los animales libres de enfermedad y después los tratados y enfermos. 

Los tratamientos pueden ser repetidos varias veces hasta que se cura el animal, pero es recomendable eliminarlos cuando no se han curado tras 2-3 tratamientos. Algunos autores sostienen que la vacunación, en el animal con pedero ya instaurado, mejora la curación.

Los animales tratados no deberían juntarse con los sanos hasta que estén curados y antes de juntarlos deberían pasar nuevamente por el baño podal durante un tiempo prudente.

En cuanto a la prevención, las actuaciones estarán encaminadas a eliminar los factores de riesgo, algo que no siempre es fácil. Los puntos más importantes van a ser el recorte periódico de las pezuñas para mantenerlas limpias y con el espacio interdigital aireado, seguido de un cuidado, limpieza y mantenimiento de las camas, para evitar la humedad y la excesiva suciedad. A estas acciones generales, deberemos añadir la separación de los animales afectados hasta que estén curados y no sean contaminantes.

Si el riesgo no es muy alto, los baños podales con una periodicidad adecuada al problema, serán imprescindibles y, si se cree necesario, habrá que instaurar un buen plan vacunal, con vacunación y revacunación en una primera fase y vacunaciones de recuerdo antes de las épocas de riesgo.

Los animales que entren nuevos en la explotación serán sometidos a estricta cuarentena y no se introducirán hasta comprobar que no son peligrosos para el resto del rebaño.

Al ser gérmenes anaerobios, resisten mal en el medio ambiente, no siendo normal que aguanten más de dos semanas. Por este motivo, una buena gestión de los pastos, separando más de 2-3 semanas la reutilización de los mismos nos ayudará a su control. En todo caso, deberemos tener unos pastos libres de contaminación y nunca entrarán los animales sanos en pastos contaminados, utilizados anteriormente por animales enfermos o en recuperación tras el tratamiento.

Con estas pautas se puede convivir con el pedero sin grandes pérdidas, no obstante, la erradicación de esta enfermedad requiere extremar todas las recomendaciones anteriores y eliminar muchos animales que no responden al tratamiento o que han tenido deformidades graves en sus pezuñas.