Producción Animal: ¿Qué tipo de antibióticos son los más utilizados para la mejora de la calidad de leche en las granjas de vacuno lechero?

Luis Miguel Jiménez: En realidad, se usan gran cantidad de antibióticos, diferenciamos entre los antibióticos utilizados para tratar casos de mastitis clínica y los que se usan, normalmente, en el tratamiento de secado. Dentro de los que se usan para el tratamiento de la mastitis clínica tenemos el grupo de los betalactámicos (penicilinas y cefalosporinas), macrólidos (eritromicina, espiramicina, y tilosina), aminoglucósidos (kanamicina y framicetina), quinolonas (enrofloxacina y marbofloxacina) y sulfamidas. Dentro del amplio grupo de betalactámicos tenemos las penicilinas, la bencilpenicilina, el penetamato, ampicilina, amoxicilina y cloxacina y el gran grupo de las cefalosporinas, de 1ª generación como la cefapirina y cefalexina, de 2ª generación como la cefuroxima, de 3ª generación como la cefoperazona y el ceftiofur y de 4ª generación como la cefquinoma.

Entre de las sustancias activas que forman parte de los productos usados para el tratamiento de secado tenemos también la cloxacilina, ampicilina, penetamato, cefquinoma y eritromicina.

P. A: ¿Cómo valora la situación actual del uso de antibióticos para para la mejora de la calidad de leche? ¿Será fácil adaptarse a las futuras exigencias o se trata de un reto de difícil consecución?

L. M. J.: Se han hecho grandes avances, pero todavía nos queda mucho que avanzar. Estamos en un momento difícil en el cual nos debemos replantear todos y cada uno de los tratamientos, tanto los veterinarios como los productores. En primer lugar, en mi opinión, sería obligatorio que cualquier productor esté bien asesorado en materia de tratamientos de las mastitis. Se debe tener un conocimiento exhaustivo de cada caso de mastitis, esto es, conocimiento del historial de la vaca para saber si ha tenido más casos y valorar la conveniencia de tratar o no y con qué. Por otra parte, se debe conocer cuál o cuales son los microorganismos que están en la propia explotación y por supuesto tomar una muestra de cada caso para actuar en consecuencia. Si se hiciera todo esto, sería relativamente fácil abordar los tratamientos de mastitis en una granja. En muchas ocasiones el productor trata con productos a los cuales tiene acceso sin un asesoramiento previo y haciendo tratamientos inadecuados con respecto a la duración y dosificación.

Si se cumple la premisa descrita anteriormente sería más fácil adaptarse. Nos vemos abocados a una reducción considerable en el número de antibióticos que podremos utilizar y hay que estar preparado para ello. En tres años aproximadamente no se podrá utilizar cefalosporinas de 3ª y 4ª generación, quinolonas y aminopenicilinas como la ampicilina y amoxicilina como primera opción de tratamiento ya que estas sustancias forman de las listas CIA (Critically Important Antimicrobials) y son, por tanto, de prioridad 1 para medicina humana. Además, se deben incorporar herramientas de diagnóstico, así como la realización de antibiogramas. Esto puede parecer algo obvio, sobre todo para los que trabajamos en control de mastitis y calidad de leche, pero es que todavía existen muchas explotaciones que no conocen la casuística de las mastitis que tienen las vacas. En este apartado las herramientas de diagnóstico rápido de mastitis como es el cultivo en granja jugarán un papel crucial. Con este método podemos dirigir con mucha más precisión los tratamientos, aumentando la tasa de curación de los casos de mastitis.

P. A:: ¿Qué medidas de higiene y manejo podemos implantar en las granjas lecheras para reducir el uso de antibióticos?

L. M. J.: Debemos seguir, uno por uno, el Plan de los 5 Puntos instaurado por el NIRD (National Institute of Research on dairying) y el ampliado Plan de los 10 Puntos del NMC (National Mastitis Council). El Plan de los 5 Puntos, desarrollado en los años sesenta consta de cinco medidas básicas: desinfección de los pezones después del ordeño, mantenimiento correcto del equipo de ordeño, tratamiento precoz de todos los casos de mastitis clínica, eliminación de vacas crónicas y tratamiento de todos los cuartos de las vacas al secado. El Plan de los 10 puntos, incorpora por un lado el establecimiento de objetivos en calidad de leche, mantenimiento de un ambiente limpio, seco y confortable, una apropiada rutina de ordeño, buen mantenimiento y uso del equipo de ordeño, buen registro de mastitis clínicas y recuento celular, un buen manejo de las mastitis clínicas, correcto mantenimiento del periodo de secado, eliminación de vacas crónicas junto con un buen plan de bioseguridad para mastitis contagiosa, monitorización regular de la salud de la ubre y por último una revisión  periódica del programa ce control de mastitis. 

La verdad es que estos puntos engloban todo lo que se debe hacer para prevenir y controlar la mastitis y, como consecuencia, mejorar la calidad de la leche ya que toca todos y cada uno de los puntos que tienen que ver con esta enfermedad. Existe un hecho claro, cuanta más prevención se haga, más se controlará la enfermedad manteniéndola en niveles mínimos y como consecuencia de esto se usarán menos antibióticos, tanto en lactación como en secado. En lactación habrá un nivel aceptable de mastitis clínica y se necesitarán menos antibióticos para su tratamiento. Y en el secado, no será necesario aplicar a todas las vacas antibióticos ya que la mayor parte de ellas llegará sana al secado.

P. A: ¿Podría ser el secado selectivo una buena herramienta para reducir el uso de antibióticos?

L. M. J.: En la mayoría de las explotaciones se hace un tratamiento al 100% de las vacas, es decir, se realiza un tratamiento metafiláctico. Se incluyen vacas, tanto infectadas como sanas, que son, por otro lado, las susceptibles de enfermar. Está claro que estamos usando antibióticos en vacas sanas con el objetivo de prevenir, ya que esta es la otra función que tiene el tratamiento de secado, además de la de curar infecciones. Indudablemente la implantación de un secado selectivo reduce en un 70-80% la utilización de antibióticos en el secado y, por tanto, esta herramienta será decisiva para reducir el uso de antibióticos en la granja, en general, ya que el tratamiento de secado supone el porcentaje más alto dentro de todo el consumo de antibióticos de una explotación lechera.  

P. A: ¿Podemos utilizar el secado selectivo en todo tipo de granjas?

L. M. J.: Definitivamente no, hay que seleccionar las explotaciones para este propósito. Ni mucho menos están preparadas todas las granjas para instaurar una terapia de secado selectiva. Serán aquellas en las que la calidad de la leche sea excepcional, por tanto, las mejores granjas, aquellas que tengan implantado un buen programa de control y prevención de mastitis y que apliquen los 10 puntos del Plan del NMC. Decimos que solamente las explotaciones de bajo riesgo podrán implantar una terapia de secado selectiva. Para esta clasificación necesitamos conocer algunos datos de la explotación referentes a la salud de la ubre como el recuento celular del tanque y datos de la incidencia de mastitis clínica en un periodo de tiempo, para ello se necesita un buen registro de los casos de mastitis clínica que ocurren. En principio aquellas explotaciones que tengan un recuento celular en leche de tanque por debajo de 250.000 células por mililitro mantenido en el tiempo (por lo menos en dos meses de los últimos seis) son candidatas para poder implantar un secado selectivo. Por otro lado, las explotaciones de alto riesgo son aquellas que tienen un recuento celular por encima de 250.000 células por mililitro o bien tienen un germen contagioso, como por ejemplo Streptococcus agalactiae.

P. A: ¿Cómo podemos determinar que vacas tratar con antibióticos dentro de la estrategia de secado selectivo?

L. M. J.: Una vez más necesitamos datos, necesitamos conocer el estado de salud de ubre de los animales próximos al secado. Tenemos diferentes herramientas como el recuento celular individual, otro método es la realización de un Test de California al secado, un buen método sería tomar una muestra de las vacas próximas a secarse y saber si están o no infectadas. Por último, también debemos apoyarnos en los registros de mastitis clínica de la explotación.  Lo mejor, en mi opinión, sería combinar, por ejemplo, el cultivo y el recuento celular. Éste sería un método excelente de selección de animales. Las vacas que tengan más de 200.000 células por mililitro, en al menos uno de los tres últimos controles, vacas que estén infectadas por algún patógeno mayor y aquellas vacas que hayan tenido un episodio de mastitis clínica en los tres últimos meses previos al secado serían las vacas candidatas a tratar con antibióticos. Insisto, cuantos más datos tengamos de las explotaciones y de las vacas, propiamente dichas, será mucho mejor a la hora de tomar decisiones.  

P. A: ¿Qué papel pueden jugar los selladores internos en una estrategia de reducción de antibióticos en una granja de bovino lechero?

L. M. J.: La misión de los selladores internos es la de actuar como tapón en el canal y cisterna del pezón impidiendo el acceso de microorganismos a la glándula mamaria. El objetivo es tener muy pocas infecciones durante el periodo seco, establecemos como objetivo menos de un 10%. Esto es muy difícil de conseguir si no usamos los selladores internos. Si establecemos un plan de secado selectivo, el uso de selladores se hace imprescindible si queremos, como digo, tener un nivel aceptable de nuevas infecciones al parto. Habría que aplicarlo en el 100% de los pezones y en el 100% de las vacas, ya que la misión preventiva que tiene el antibiótico de secado no va a ser necesaria en aquellas vacas que llegan al secado sanas y que, por tanto, son las susceptibles de infectarse. Podríamos decir que el uso de selladores internos se hace imprescindibles, ahora y en el futuro, si queremos controlar las nuevas infecciones al parto y un buen porcentaje de la mastitis clínica en los primeros 100 días de la lactación.