La responsabilidad es una palabra que se usa mucho en medicina veterinaria. Es verdad que los veterinarios tenemos muchas responsabilidades y entre ellas está que debemos usar el arsenal antibiótico con prudencia y, sobre todo, con conocimiento. Es cierto que existe un gran debate acerca del uso de los antimicrobianos y su relación con el desarrollo de posibles resistencias de patógenos animales, es un tema complejo pero indudablemente existe ese debate. Debido a que se usan los mismos antibióticos en medicina veterinaria que en medicina humana es muy probable que las personas podamos estar expuestas a patógenos resistentes a esos antibióticos.

El problema, a priori, es de salud pública, ya que se vio que había un gran número de bacterias que mediante mutaciones se habían hecho resistentes a muchos antibióticos, y que por tanto había riesgo de aparición de futuras epidemias que en un momento dado podían ser incontrolables. A partir de entonces países como Estados Unidos y el Reino Unido empezaron a invertir dinero en reducir las resistencias mediante la investigación de nuevos fármacos para combatir las bacterias.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidad para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Oficina Internacional de Epizootías o Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) establecieron que los antibióticos eran un bien público, que había que usar racionalmente y que había que preservar. Se establecieron las listas denominadas CIA (Critically Important Antimicrobials). Estas listas contienen antibióticos por orden de importancia basadas en el uso que se hace de ellos en medicina humana. Mediante este criterio se estableció el orden de prioridad y, por extensión, el grado de interés en su  preservación, con la consiguiente propuesta de reducir su uso en medicina veterinaria. Es un hecho innegable que la medicina veterinaria forma parte del problema y, por tanto, debe abordarse desde el punto de  vista de una única salud o “One Health”.

En julio de 2012 se insta a todos los estados miembros de la Unión Europea a que se establezca en cada país un Plan Nacional que  incluya tanto la medicina humana como la veterinaria. En 2014 se elabora el Plan Nacional de Resistencias a los Antibióticos en España a través de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) cuyos objetivos prioritarios son reducir la contribución del uso de antibióticos en medicina humana y veterinaria a la resistencia bacteriana y sus consecuencias sobre la salud y, a su vez, preservar de manera sostenible el arsenal terapéutico existente.

Este Plan lo integran 6 ministerios, todas las Comunidades Autónomas, Universidades, Centros de Investigación, Institutos de la Salud, 61 Sociedades y Asociaciones Científicas (entre las que se encuentra Anembe) y 190 expertos (veterinarios de todas las especies, médicos, etc.

Las áreas prioritarias de este Plan son las siguientes:

1- Vigilancia del consumo de antibióticos y las resistencias antimicrobianas

2- Controlar las resistencias antimicrobianas

3- Identificar e impulsar medidas alternativas y/o complementarias de prevención y tratamiento

4- Definir las prioridades en materia de investigación

5- Formación e información a los profesionales sanitarios

6- Comunicación y sensibilización de la población en su conjunto y de subgrupos de población

En el grupo de medidas de vigilancia del consumo de antibióticos se incluye la implantación total de la receta electrónica para el control de los tratamientos aplicados en las explotaciones, así como la elaboración de un vademécum para mejorar la prescripción.

Entre las medidas de control de las resistencias se incluye limitar el uso profiláctico de antibióticos a casos con necesidades clínicas definidas. Aquí se podría incluir el tratamiento preventivo que se realiza en el secado de las vacas. También se incluye la promoción de buenas prácticas sobre el uso de antibióticos mediante la elaboración de una guía de prescripción por especies animales.

En cuanto al impulso de medidas alternativas se incluyen la promoción de métodos de diagnóstico rápido, por ejemplo el uso del cultivo en granja para el diagnóstico precoz de la mastitis.

En 2015 la European Food Safety Authority (EFSA) junto con la European Medicines Agency (EMA) son instados a proponer medidas para la reducción del uso de antibióticos en explotaciones animales y que estas medidas repercutan en toda la cadena alimentaria. Además de proponer medidas, deberían establecer cuál sería el impacto de estas medidas y, por último aunque no menos importante, proponer alternativas al uso de los antibióticos.

Para minimizar el uso de antibióticos son necesarias diferentes medidas como implementar planes de salud del rebaño en todas las explotaciones; incrementar la responsabilidad de los veterinarios en la prescripción de los antimicrobianos; implantar métodos de diagnóstico rápido en las explotaciones y mejorar las medidas de manejo, fundamentales en la prevención de enfermedades.

Existen alternativas al uso de antibióticos como los prebióticos y probióticos, inmunomoduladores, selladores internos del pezón, etc. Un hecho claro es que los antibióticos se van a limitar a los casos en los que el animal tenga una enfermedad causada por una bacteria y, por supuesto, que esté diagnosticada por un veterinario que es el que tiene que prescribir el antibiótico en cuestión. El uso preventivo y el tratamiento metafiláctico con antibióticos se van a reducir o incluso suprimir. 

La mayor parte de los antibióticos que se usan en el bovino de leche tienen como objetivo el tratamiento o prevención de las infecciones intramamarias. Dos tercios de esta terapia antimicrobiana indicada para la salud de la ubre va destinada al tratamiento preventivo y curativo durante el periodo seco. Debido a este hecho tan relevante toda esta terapia de secado debe ser reconsiderada y esto incluye la realización de más estudios.

La terapia de la vaca seca consiste en la introducción de sustancias antimicrobianas a través del canal del pezón en la glándula mamaria. Este tipo de práctica se lleva utilizando desde hace más de 40 años. En la década de los años 40 del siglo pasado ya se estudió el uso de la penicilina intramamaria para el tratamiento de secado de las vacas. Es cierto que se usaban como curativos y preventivos  ya que más de la mitad de las vacas que se secaban estaban infectadas. Rápidamente se convirtió en un método de manejo generalizado. Hoy día se puede afirmar que se está usando antibióticos de secado en más del 85% de las vacas de leche. En España cerca del 100% de las explotaciones usan terapia antibiótica de secado, en Estados Unidos cerca del 80%, el 99% en el Reino Unido, el 75% en Canadá y hasta hace 6 años más del 82% en Holanda.

Holanda es uno de los países en los que la concienciación con este fenómeno es mayor, de hecho a partir de 2010 se empezó a reducir el uso de esta terapia de secado y en 2013, en el 49% de las explotaciones se usaba terapia antibiótica generalizada. Esta corriente surgió a partir de una propuesta del gobierno holandés en la que propugnaba la reducción del uso de antibióticos en un 20% en 2011, y en un 50% en 2013. Desde 2013 se prohibió el uso preventivo de la terapia de secado y se impuso la terapia selectiva de vacas secas, es decir tratar con antibiótico solamente  los animales seleccionados bajo diferentes criterios, ya sea el Test de California, el recuento de células somáticas individual, el cultivo microbiológico o el historial de mastitis clínica de las vacas. Con respecto al recuento de células somáticas individual, se tratarían solamente a las vacas multíparas con un recuento celular en su último control >250.000 y a las primíparas con un recuento celular >150.000.

En uno de los grandes estudios que se realizaron en Holanda (Scherpenzeel, et al., 2014), en 97 explotaciones con un total de 1.657 vacas, se secaron animales según el criterio del recuento celular anteriormente descrito. Los cuartos que no recibieron terapia antibiótica tuvieron una tasa de incidencia de mastitis clínica de 1,7 veces mayor que los cuartos en los que si se aplicó antibiótico, el microorganismo que más se aisló en los casos de mastitis clínica fue Streptococcus uberis.

Con respecto al recuento celular, se evaluó este recuento justo al parto y 14 días después, comprobando que en el grupo que fue tratado con antibiótico el recuento celular al parto fue de 578.000 cel/ml y a los 14 días 30.000 cel/ml. En el grupo que no recibió terapia antibiótica el recuento celular al parto fue de 772.000 cel/ml y a los 14 días 46.000 cel/ml. En este estudio se concluyó que esta reducción en el uso de antibiótico provocó una mayor incidencia de mastitis clínica y un aumento en el recuento celular. Un hecho destacable fue la aceptación por parte de los productores holandeses, entendían perfectamente los motivos de la reducción del uso de antibióticos en el secado.

Otros países como por ejemplo Noruega también están muy concienciados con la reducción del uso de antibióticos. Este país nórdico tiene un Programa de Salud del Rebaño en el que la recolección de datos es total. Tienen datos de todas las enfermedades que acontecen en las explotaciones, y esto es de gran ayuda a la hora de plantearse una reducción en el uso de antibióticos, así como, por ejemplo, en la mejora genética. Desde 2005 se está usando esta información y se está usando terapia antibiótica en aquellas vacas que hayan tenido más de 100.000 cel/ml en alguno de sus 3 últimos controles antes del secado y en todas aquellas vacas que se hayan diagnosticado de Staphylococcus aureus, Streptococcus dysgalactiae o algún otro patógeno mayor causante de mastitis, excluyendo aquellas vacas que se hayan diagnosticado con estafilococos coagulasa negativo. Se puede afirmar que, aproximadamente, el 10% de las vacas noruegas reciben terapia antibiótica de secado.

En general se impone un cambio de concienciación por parte de veterinarios y productores. Debe limitarse el uso de antibióticos exclusivamente a aquellas enfermedades causadas por bacterias.

En el caso de la salud de la ubre hay que diferenciar entre el tratamiento de la mastitis clínica y la terapia de secado. En el caso de la mastitis clínica, se den usar herramientas de diagnóstico precoz como el cultivo en granja, el historial de mastitis del animal, evaluar el potencial del animal en cuestión, etc. En el caso de la terapia de secado se debe recomendar una terapia selectiva con antibióticos para aquellos animales en los que su uso esté justificado y para ello debemos utilizar todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance: Test de California, cultivo microbiológico recuento celular, etc.

Para todos aquellos animales que se vayan a secar es recomendable el uso de selladores internos que nos ayuden a prevenir las nuevas infecciones durante el periodo seco.