Alberto Quiles Facultad de Veterinaria. Universidad de Murcia. Campus de Espinardo. 30071-Murcia.

Mª Luisa Hevia Facultad de Veterinaria. Universidad de Murcia. Campus de Espinardo. 30071-Murcia

Introducción

La cerda moderna ha sufrido una serie de cambios fisiológicos y anatómicos con respecto a la cerda de hace 20-30 años que está obligando al diseño de nuevas estrategias nutritivas, para cumplir los objetivos de la actual mejora genética. Los principales cambios hacen referencia a:

Su composición corporal: más magro y menos grasa.

Mayor peso en el momento de la pubertad.

Falta de madurez en el momento de la pubertad, la cerda aún no ha completado su crecimiento y desarrollo, por lo que se establece una competencia entre el propio crecimiento de la cerda y el crecimiento de los fetos en su primera gestación.

Aumento de la prolificidad.

Camadas con mayores tasas de crecimiento.

Mayor producción láctea.

Menor ingesta voluntaria.

Menor rusticidad y capacidad de adaptación a los cambios nutritivos y ambientales.

La actual cerda nulípara puede llevar a crecer hasta 50 kg en su primera gestación.

La actual cerda nulípara puede llevar a crecer hasta 50 kg en su primera gestación.

Hoy en día la mejora genética porcina ha traído como consecuencia un aumento de la prolificidad de las camadas; sin embargo no se ha llevado a cabo una actualización de los requerimientos nutritivos de las actuales cerdas reproductoras a lo largo del ciclo, teniendo en cuenta, además, que se han seleccionado cerdas cada vez más magras y de rápido crecimiento pero con una menor capacidad de ingesta voluntaria. Ello conlleva la necesidad de corregir, los efectos colaterales del aumento de la prolificidad en las actuales líneas genéticas de nuestras cerdas.

Todo ello está obligando a los nutrólogos a diseñar nuevas estrategias para alimentar  a estas cerdas de gran potencial, ajustando sus necesidades en cada una de las fases del ciclo, logrando una mejora de la productividad (mayor número de lechones destetados por cerda y año) y un aumento de la vida reproductiva útil. Ello implica que el nutricionistas debe conocer todas las características de la cerda en cuestión así como, el régimen de manejo, condiciones ambientales, tipo de instalaciones, etc. para diseñar la dieta más adecuada.

La introducción de cerdas hiperprolíficas en las explotaciones porcinas se ha traducido en un aumento del tamaño de la camada al nacimiento (una media de 14 lechones nacidos vivos; con un 15% de las camadas con más de 16 lechones nacidos) pero no tanto en una aumento del número de lechones destetados por cerda debido al repunte en la tasa de mortalidad, como consecuencia de un menor peso del lechón al nacimiento (los lechones menores de 1 kg han pasado del 3 al 15%; llegando a superar el 25% en aquellas camadas superiores a 16 lechones), una menor vitalidad y una mayor heterogeneidad de la camada (del 15 al 24%).

Ello implica que en el manejo de las cerdas  estamos ante nuevos retos que deben intentar buscar soluciones para mejorar la tasa de supervivencia de los lechones neonatos mediante el uso de diferentes cinéticas en el suministro de los nutrientes con respecto a la duración de la gestación, diferentes tipos de nutrientes o diferente relación entre los nutrientes; con el objetivo final de obtener la mayor calidad posible y con la menor variación posible de los pesos del lechón al destete.

A continuación analizaremos cuales son los principales requerimientos nutritivos de la cerda hiperprolífica a lo largo de su ciclo reproductivo, abordando las fases de gestación, lactación e intervalo destete-cubrición.

1. Fase de gestación

Durante la gestación el manejo nutricional se basa en una alimentación restringida para controlar la condición corporal de la cerda, lo cual en ocasiones puede limitar el suministro de nutrientes importantes para el desarrollo de los embriones, sobre todo en el caso de las cerdas hiperprolíficas. En cualquier caso, a la hora de establecer un programa alimentación para esta fase se han de tener en cuenta los siguientes factores: (i) el peso vivo de la cerda, para establecer las necesidades de mantenimiento; (ii) el propio crecimiento de la cerda (sin tener en cuenta los fetos y placenta) que en el caso de las nulíparas actuales puede suponer hasta 50 kg y para las multíparas 15 kg; (iii) la cerda debe llegar a parto con una condición corporal adecuada (3-3,5) para afrontar con ciertas garantías la siguiente etapa de lactación y (iv) tener en cuenta la condiciones ambientales ya que cuando la  temperatura baje de los 20º C habría que hacer un aporte extra de 50 g de pienso por grado. Todo ello motivado porque en la alimentación de la cerda actual durante la gestación hemos de asegurar un tamaño de camada de al menos 14 lechones de calidad.

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