En esta ocasión entrevistamos a Joseba Garrido, Director del Departamento de Sanidad Animal de Neiker-Tecnalia, y todo un experto en paratuberculosis bovina, una enfermedad de gran impacto para las ganaderías. A lo largo de esta completa entrevista Joseba Garrido arrojará luz sobre la problemática de la paratuberculosis bovina y las claves para su control. 

Producción Animal: En primer lugar nos gustaría conocer la situación actual de la paratuberculosis bovina a nivel europeo.

Joseba Garrido: La paratuberculosis es una enfermedad de distribución mundial que afecta principalmente a los rumiantes domésticos. Se trata de una enfermedad que se hace más evidente en aquellos países más desarrollados y con una intensificación de la producción bovina. A nivel europeo se considera una de las principales enfermedades desde el punto de vista productivo. En países como Alemania, el Reino Unido, Francia o los Países Bajos se estima que entre un 30% y un 65% de las explotaciones de ganado bovino lechero tienen al menos un animal positivo en base a los análisis laboratoriales. Estos estudios deben ser tomados como orientativos, ya que no todos coinciden en el tiempo y, además, los muestreos son muy distintos en cuanto al número de animales muestreados, al tipo de muestra analizada y a la técnica de diagnóstico empleada.

P. A.: ¿Y en el caso concreto de España?

J. G.: España no es una excepción. En estos momentos creo que es el séptimo productor de leche a nivel europeo con un alto grado de intensificación, y son muchos los ganaderos que consideran la paratuberculosis como la enfermedad más preocupante de las que pueden afectar a sus explotaciones. En un muestreo realizado por NEIKER en muestras de leche del tanque procedentes de explotaciones de la cornisa cantábrica, realizado ya en 2003, se detectó la presencia de DNA de Mycobacterium avium subsp. paratuberculosis (Map) en el 31% de las muestras analizadas. En un estudio posterior llevado a cabo entre 2007 y 2010 en el que se analizaron 1.031 animales de raza frisona sacrificados en mataderos del País Vasco, se observó la presencia de lesiones histopatológicas compatibles con paratuberculosis en el 46,5% de los animales analizados. Este porcentaje fue todavía mayor cuando se tuvieron en cuenta, además, los resultados de los ensayos serológicos y microbiológicos.

P. A.: ¿Qué efectos tiene esta patología sobre los animales, tanto de aptitud cárnica como lechera?

J. G.: La infección produce una inflamación crónica del intestino delgado y lo primero que se observa in vivo son síntomas inespecíficos como diarrea intermitente o una ligera bajada de producción en ganado de leche. Esto puede ser debido a muchos factores por lo que cuando estamos ante el primer caso en una explotación la experiencia del veterinario clínico es fundamental para sospechar de esta enfermedad y decidir el envío de muestras al laboratorio para realizar un buen diagnóstico. Posteriormente los síntomas son más evidentes, se produce un adelgazamiento progresivo, las diarreas pasan a ser continuas y se pierde la producción de leche. En los estados avanzados es frecuente encontrar edema en la zona intermandibular y puede llegar a producirse la muerte del animal. Estos signos clínicos se observan principalmente en animales de primer y segundo parto en las primeras semanas tras el inicio de la lactación. Todo esto conlleva la necesidad de una mayor reposición de animales, normalmente procedente de otras explotaciones o al mantenimiento de animales que bajo otras circunstancias serían descartados.

P. A.: ¿Cuáles son las vías de transmisión de esta enfermedad?

J. G.: La principal vía de transmisión es la fecal-oral y en menor medida la lactogénica. El contagio se produce mediante la ingestión de calostro, leche, agua y, en general, cualquier alimento contaminado con Map, en la mayoría de los casos de forma indirecta.

P. A.: ¿Cuál cree que puede ser la evolución de esta enfermedad en el corto plazo? 

 

J. G.: Se trata de una enfermedad de curso lento por lo que no es de esperar que se generen grandes alarmas por la aparición de brotes, esto no sucede en la paratuberculosis. Esta enfermedad avanza lentamente, extendiéndose entre explotaciones y entre animales de la misma explotación. Además, desde que se produce la infección hasta que se presentan los síntomas el animal pasa por una fase subclínica en la que puede ser excretor de Map con las heces, pero en la que no presenta signos evidentes de la enfermedad por lo que pasa desapercibido. Esto hace que normalmente la infección se extienda en la explotación antes de que se haya diagnosticado el primer animal.

P. A.: ¿Cuáles son las claves para un buen diagnóstico? 

J. G.: En primer lugar es fundamental el diagnóstico clínico llevado a cabo por los veterinarios de campo. Es muy importante que siempre que se detecten signos clínicos como los mencionados anteriormente el veterinario tenga en mente la paratuberculosis. A nivel laboratorial lo que siempre es recomendable es la combinación de técnicas. Habitualmente se solicita una muestra de suero para la detección de anticuerpos mediante ELISA y una muestra de heces para la detección de DNA de Map mediante PCR. El cultivo de heces sigue considerándose la técnica de referencia para el diagnóstico in vivo de la enfermedad, pero el largo periodo de incubación que requieren estas micobacterias, 16 semanas para considerar el cultivo como negativo, ha hecho que se haya ido sustituyendo por la PCR. En estos momentos hay diversos métodos de ELISA y PCR disponibles, por lo que la elección de los protocolos es fundamental a la hora de obtener unos resultados fiables. Luego hay otro aspecto a tener en cuenta: no es lo mismo diagnosticar paratuberculosis en un animal sospechoso clínicamente hablando, que trabajar sobre una explotación completa. En un animal sospechoso un ELISA puede ser suficiente y desde luego mucho más económico, pero en animales asintomáticos, como serán la mayoría si analizamos explotaciones completas, tendríamos que confirmar la excreción y esto sólo lo podríamos hacer mediante cultivo y/o PCR. En el caso de explotaciones completas nosotros recomendamos la toma de muestras de todos los animales mayores de 24 meses. Cuando se habla de paratuberculosis se utiliza la imagen de un iceberg, intentando expresar gráficamente que sólo somos capaces de detectar una pequeña parte de los animales infectados. Esto es debido a que en las fases iniciales de la infección no hay una respuesta inmune detectable, y la excreción de micobacterias es inexistente o se encuentra por debajo del límite de detección de las técnicas laboratoriales.

P. A.: ¿Con qué herramientas contamos para el control de la paratuberculosis bovina?  

 

J. G.: En estos momentos el control de la paratuberculosis se basa en la mejora del manejo y en la detección y eliminación de los animales positivos.

La mejora del manejo tiene mucho que ver con el momento en que los animales son más susceptibles a la infección. Los animales son más susceptibles a la infección durante los primeros seis meses de vida y hasta el año, cuando su intestino delgado está recubierto por un tejido muy permeable que se denomina tejido linfoide. Según se van haciendo mayores los animales, este tejido linfoide se va retrayendo y sólo se encuentran pequeñas islas, denominadas Placas de Peyer, a lo largo del mismo y por lo tanto se van reduciendo las posibilidades de que se produzca la infección. En resumen, el manejo tiene que estar enfocado a evitar que los animales menores de un año, y principalmente aquellos menores de seis meses, entren en contacto con las heces de los animales excretores tanto de forma directa como indirecta. Esto tan sencillo de decir es el método de control más complicado de ejecutar ya que requiere tener los animales jóvenes en instalaciones separadas de las de los adultos, duplicidad de equipamiento y cambio de rutinas tan instauradas en explotaciones de tamaño pequeño-medio como el manejo de la recría una vez que se ha finalizado el ordeño.

El ganadero tiene que ser consciente de que siempre hay algo que puede hacer para reducir el contacto de los animales jóvenes con las heces de los animales adultos. Aplicando sólo estas medidas de higiene difícilmente conseguiremos el control de la enfermedad, por ello resulta necesario incluir una estrategia de detección basada en técnicas de laboratorio y en la eliminación de los positivos. Como ya he mencionado anteriormente las técnicas más utilizadas en la actualidad son el ELISA para la detección de anticuerpos y la PCR para la detección del DNA de Map en heces. Este método de control es caro tanto por el coste de los análisis como por la necesidad de la eliminación de una gran cantidad de animales que hay que reponer si se quiere mantener la producción, sobre todo cuando se parte de prevalencias altas de la enfermedad. En el País Vasco tenemos rebaños siguiendo este plan de control con muestreos anuales, algunos de ellos durante 10 años, y se ve que la prevalencia se reduce drásticamente tras los dos primeros años, pero en los años sucesivos no se logra bajar del 4% de animales excretores, si bien en estos momentos, no aparecen animales con síntomas clínicos.

P. A.: Aunque no se ha comentado en el punto anterior, nos consta que han desarrollado una experiencia muy interesante sobre vacunación que podría abrir nuevos horizontes en el control de la enfermedad. ¿Qué podría comentarnos sobre esta interesante prueba?

 

J. G.: Sí, es cierto. La vacunación frente a paratuberculosis en ganado bovino no está permitida en España, pero desde NEIKER, junto con los Servicios de Ganadería de las Diputaciones Forales, se está llevando a cabo un ensayo de campo con una vacuna inactivada frente a paratuberculosis con el permiso de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. El estudio empezó en 2005 y en estos momentos están participando 20 explotaciones que siguen un programa de vacunación y nueve que siguen otro de detección y eliminación de positivos.

La vacunación frente a paratuberculosis es el método de control de elección en el caso de la especie ovina y los resultados han sido óptimos. En el caso del ganado bovino se ha utilizado más de lo que se cree pero hay dos factores que han hecho que su uso no se haya generalizado. Por una parte, hubo países como Holanda que se marcaron como objetivo la erradicación de la enfermedad y al no conseguirlo de forma rápida se desanimaron y abandonaron. Nosotros pensamos que el objetivo debe ser el control de la enfermedad. Hacer que los animales no lleguen a presentar síntomas y que sean capaces de mantener su rentabilidad. La vacunación no evita que el animal se infecte pero permite frenar la progresión de la infección y reducir el número de excretores y el grado de eliminación y, por tanto, la carga bacteriana en la explotación y el riesgo de infección del resto de los animales. Lo resultados que hemos visto son más que satisfactorios, a partir del quinto año desde el inicio del ensayo, el porcentaje de excretores en el total de las explotaciones vacunadas era inferior al 1% y, por supuesto, sin la aparición de animales sintomáticos. En estos momentos son varias las explotaciones que llevan años sin la detección de excretores en heces.

El otro motivo por el que la vacunación no se ha extendido es la posible interferencia con el diagnóstico de la tuberculosis. Es evidente que la erradicación de esta enfermedad es algo prioritario, y que no se debe dificultar el desarrollo del Plan de Erradicación de la Tuberculosis en el que tanto esfuerzo y dinero se está invirtiendo. Sin embargo, la baja prevalencia de la tuberculosis existente en el País Vasco, junto con unas medidas muy estrictas exigidas a las explotaciones integrantes, permitió que se pudiese llevar a cabo el estudio. Aun así, surgió un problema de tuberculosis en una de las explotaciones vacunadas que se consiguió reconducir a través del sacrificio de animales en base a la prueba comparativa de IDR, al IFN-gamma, y a la detección de anticuerpos mediante ELISA. En definitiva, nosotros consideramos que la vacunación es la mejor herramienta para el control de la paratuberculosis, pero en estos momentos está claro que viendo las prevalencias de la tuberculosis en algunas comunidades no es posible su utilización si no es en estudios muy controlados como el nuestro.