Alberto Quiles Facultad de Veterinaria. Universidad de Murcia. Campus de Espinardo. 30071-Murcia.

Mª Luisa Hevia Facultad de Veterinaria. Universidad de Murcia. Campus de Espinardo. 30071-Murcia

Resumen

Actualmente es posible disminuir el porcentaje proteico de los piensos de crecimiento en cerdos sin que se vean afectados los parámetros productivos mediante el aporte de aminoácidos esenciales industriales. Para ello es necesario que se contemple el concepto de proteína ideal y se formule teniendo en cuenta el coeficiente de digestibilidad ileal estandarizada y el sistema de energía neta. Gracias a ello se pueden formular dietas bajas en proteína que ajusten al máximo el contenido proteico del pienso a las necesidades en cada fase del crecimiento, reduciendo en el pienso las materias ricas en proteína como la harina de soja.

Con ello se va a conseguir un abaratamiento en el coste de alimentación y una serie de mejoras medioambientales (menor eliminación de nitrógeno y amoniaco y menor volumen de los purines) y sanitarias (menor presencia de nitrógeno en el intestino grueso). En definitiva las dietas bajas en proteínas son buenas para el cerdo, el medio ambiente, y el productor.

Introducción

Las actuales líneas genéticas porcinas han creado cerdos con un rápido crecimiento, cada vez con mayor deposición proteica y menos grasa, a la vez que se ha mejorado la ingesta voluntaria, incluso desde las primeras edades. Sin embargo, durante los últimos cinco años, el coste de los cereales y las fuentes de proteínas han aumentado en un 30 a 40%, lo que ha obligado a los nutricionistas a reconsiderar las prácticas de nutrición aplicada.

En la formulación de dietas convencionales, se añaden materias primas proteicas, como la soja, hasta que se cubren las necesidades del primer aminoácido limitante (lisina), ello implica que el resto de los aminoácidos esenciales también estarán cubiertos. La ventaja de este enfoque  es que si  se conocen las necesidades de lisina, se puede formular en base a este requisito y despreocuparse de las necesidades del resto de aminoácidos esenciales. El inconveniente es que aquellos aminoácidos que son aportados en exceso deben ser desaminados por los cerdos, con el consiguiente gasto de energía e incremento en la excreción de nitrógeno y de amoniaco, provocando un aumento en la contaminación medioambiental de los purines y un aumento en el consumo de agua de los cerdos.

Estos tres factores (genética moderna, costes de alimentación e impacto ambiental) han de tenerse en cuenta a la hora de la formulación de dietas durante el crecimiento de los cerdos; si bien cabe hacerse la siguiente pregunta ¿cuándo las dietas bajas en proteínas pueden ser beneficiosas desde el punto de vista biológico y cuándo este hecho se traduce en una mayor rentabilidad?

Uso de dietas bajas en proteína

Una dieta baja en proteínas debe proporcionar todos los aminoácidos necesarios y sin excesos. Es decir, es una dieta que cubre las necesidades de los animales en cuanto a los aminoácidos esenciales, para que no se vean mermados los rendimientos productivos, pero evitando los excesos en el aporte de aminoácidos cuando se quieren cubrir las necesidades en el primer aminoácido limitante como es la lisina. Por lo tanto, las dietas bajas en proteínas van encaminadas a recortar el desperdicio o los excesos en los márgenes de seguridad, lo que significa que la formulación de dietas bajas en proteínas no es la formulación de dietas bajas en aminoácidos.

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