Alfredo Romero Gerente de Marketing de Porcino de Zoetis

Actualmente España es el cuarto productor de carne de cerdo a nivel mundial, sólo superado por China, Estados Unidos y Alemania, alcanzando las 3.877.889 toneladas de carne de cerdo entre noviembre de 2014 y noviembre de 2015. Con un consumo per cápita de 48,8 kilogramos, España cubre el 157,6% de la producción que necesita, por lo que se ve obligada a exportar su excedente. Además, según las encuestas ganaderas publicadas por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), el censo de porcino ha seguido una tendencia creciente en los años 2014 y 2015. Por este motivo la necesidad de vender carne de cerdo española en los mercados internacionales es cada vez mayor. Pero además, dentro de esta producción, España cuenta con un cerdo diferenciado sobre el resto de los suidos, la raza Ibérica, un animal que por su genética específica se ha convertido en bandera gastronómica, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

Una producción “animal friendly”

Así, fuera del territorio nacional se identifica a este producto, no sólo por su sabor y sus propiedades gastronómicas, sino también por un sistema de crianza que, en más del 30% de la producción (732.225 cabezas de las 2.380.252 que componen la cabaña ganadera Ibérica) los cerdos se crían en extensivo en alguna de las fases de su producción (los animales que en el Registro Informático del Ibérico -Riber- se agrupan en las clasificaciones de bellota, cebo y cebo de campo). Este sistema está asociado, en su etapa de montanera, a inmensas extensiones de terreno adehesadas en las que los cerdos pastan en libertad las bellotas de las encinas y otras plantas silvestres como la hierba y el romero. Gracias a estas particularidades, el sistema de producción del cerdo Ibérico es merecedor del sello “animal friendly”, es decir sostenible con el ecosistema y con altos estándares de bienestar animal.

Estos estándares de bienestar animal, están recogidos, entre otros documentos, en la Estrategia de la Unión Europea para la protección y el bienestar de los animales (en sus dos últimas fases 2012-2015 y 2016-2020) y que, a la hora de comercializar los productos europeos fuera de la Unión Europea (UE), ofrecen un valor añadido con respecto a los procedentes de países terceros, competidores en la comercialización de carne de cerdo, como Estados Unidos o Brasil.

El problema de la castración

Sin embargo, y pese a la buena imagen que tiene el cerdo Ibérico criado en un sistema extensivo, en España es habitual la castración de las hembras de esta raza. Esta práctica se encuentra regulada por la UE y se puede realizar en una hembra si existen “motivos debidamente justificados desde el punto de vista profiláctico o terapéutico”. Asimismo, “debe ser certificada y realizada por un veterinario, con anestesia y analgesia prolongada”. Así, algunos productores españoles la realizan para evitar la problemática (lesiones, gestaciones no deseadas, riesgos sanitarios…) resultante del posible encuentro entre un jabalí y las hembras ibéricas durante el periodo de celo. De este modo, la castración de las hembras jóvenes, según manifiesta Antoni Dalmau, investigador en el área de bienestar animal del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), “puede convertirse en un talón de Aquiles para todo el sector, ya que es muy fácil para un competidor publicitar este tema señalando que en España se castra a las cerdas”.
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