David Saornil Product Manager – Swine applications. Lallemand Animal Nutrition

Marta Revuelta Monogastric Country Manager – Spain & Portugal. Lallemand BIO SL.

Introducción

La creciente preocupación por las pérdidas productivas debido a una temperatura ambiental elevada está justificada no solamente en las áreas tropicales sino también en países que ocupan zonas templadas, en las cuales el estrés por calor es un problema, especialmente durante los meses de verano. En Estados Unidos, las pérdidas económicas soportadas por la industria porcina debidas al estrés por calor se estimaron en alrededor de 300 millones de dólares por año (St-Pierre et al., 2003).

Mecanismos de termorregulación del cerdo

La termorregulación es el proceso que permite al animal mantener una temperatura corporal relativamente constante equilibrando los mecanismos de producción y de pérdida de calor.

Un animal puede perder calor por evaporación, conducción, convección y radiación:

  • Las pérdidas por evaporación dependen principalmente del nivel de humedad en el aire circundante. Los animales pueden evaporar agua a través de la piel y a través de las vías respiratorias.
  • Las pérdidas por conducción, radiación y convección dependen principalmente del gradiente térmico entre la superficie del animal y el aire o los objetos próximos. Cuando se someten a altas temperaturas, los animales aumentan su flujo sanguíneo hacia la piel (44% mayor a 33 ºC que a 23 ºC en lechones, Collin et al., 2001).

Las glándulas sudoríparas de los cerdos no son estimuladas por el calor y, por lo tanto, los cerdos no pueden perder calor mediante la sudoración (Figura 1).

Figura 1. Mecanismos de pérdida de calor a 24º y a 34 ºC. Fuente: Renaudeau et al., 2014. Adaptado de INRA UMR PEGASE, H. Flageul.

Figura 1. Mecanismos de pérdida de calor a 24º y a 34 ºC. Fuente: Renaudeau et al., 2014. Adaptado de INRA UMR PEGASE, H. Flageul.

La utilización de la Energía Metabolizable (EM) por el animal se traduce en una producción de calor, ya que su eficiencia de utilización es menor al 100%. Además, dado que la eficiencia energética para la deposición de proteína es mucho más baja que para la deposición de lípidos (Van Milgen y Noblet, 2003), con la selección de genéticas más magras, se ha aumentado tanto la producción de calor como la sensibilidad de los animales.

Efecto del estrés térmico sobre el consumo de pienso de la cerda en lactación

La reducción del consumo voluntario de pienso es la principal adaptación del cerdo para reducir la producción de calor y esto tiene un impacto negativo directo sobre el crecimiento. La temperatura de confort térmico de la cerda se sitúa entre los 15 y los 20 ºC, y ésta reduce el consumo de alimento cuando la temperatura es superior para producir menos calor debido al efecto térmico de los alimentos (Noblet et al., 1993).

El consumo de pienso de la cerda disminuye cuando aumenta la temperatura por encima de los 18 ºC, y se reduce significativamente por encima de los 25 ºC. La reducción de la ingesta de pienso no es proporcional al aumento de temperatura, sino que es una relación cuadrática. Entre 25 y 27 ºC, un rango de temperaturas frecuentemente observado en verano, la reducción del apetito de las cerdas es de unos 390 g/ºC/día y bajo temperaturas todavía más elevadas, la situación se agrava con un efecto más intenso entre 27 y 29 ºC (- 920 g/ºC/día) (Quiniou et al., 2000).

El estrés térmico no tan solo modifica el nivel de ingesta diario sino también la frecuencia y el volumen de las comidas. Alrededor de 18 ºC, la cerda en lactación alimentada a voluntad hace de media 7 comidas diarias de más de 1.300 g cada una. Tras una exposición a 29 ºC, la cerda reduce el volumen de su comida alrededor de 500 g, así como su frecuencia (Tabla 1).

Tabla 1. Comportamiento alimentario de la cerda en función de la temperatura. (Quiniou et al. 2000)

Estos resultados indican probablemente que la cerda, con un calor moderado, en primer lugar, reduce el volumen de pienso ingerido y seguidamente, en caso de intensificación del estrés térmico, disminuye la frecuencia de comidas.

Estrategias para aumentar el consumo en condiciones de estrés por calor

Modificaciones en las dietas:
Una de las soluciones que nos permiten atenuar los efectos negativos de la temperatura sobre la ingesta sería utilizar alimentos que presenten un bajo efecto térmico del pienso. Entre las posibles formas de actuación, se pueden considerar el aumento en el contenido en grasa y/o la reducción del contenido en fibra y proteína.
Se recomienda reducir la concentración de proteína de la ración en 1 ó 2 puntos y compensar con aminoácidos sintéticos.

Una de las medidas más comunes es reducir la fibra de la ración. No obstante se debe prestar atención al nivel de estreñimiento de las cerdas, añadiendo un aditivo adecuado o reequilibrando el ratio fibra soluble vs. insoluble. Dietas con cantidades altas de grasas de buena calidad (nivel máximo 4–6%) son adecuadas para los meses de verano.

Dietas peletizadas:
La peletización aumenta la densidad física, y también mejora la digestibilidad del pienso, disminuyendo la producción de calor metabólico con respecto a la presentación en harina.

Alimentación líquida:
Uno de los mayores beneficios de la alimentación líquida es que las cerdas pueden alcanzar niveles elevados de consumo durante los meses de verano (hasta un 15% más en comparación con la alimentación seca).

Adaptar la conducta alimentaria de las cerdas:
Una medida muy eficaz es el empleo de comederos automáticos para que la cerda pueda ingerir pienso en las horas del día que más le apetezca, de tal manera que pueda acudir al comedero en aquellas horas del día de menos calor como la noche o la madrugada.

Manejo del agua de bebida:
Hemos de administrar a las cerdas abundante agua fresca (< 20 ºC), que ayudará a disminuir la temperatura corporal en los momentos más calurosos del día, ya que actúa como receptor del calor.

Aditivos:
Algunos aditivos potencian la digestibilidad de los nutrientes, otros aumentan la palatabilidad, mientras que otros controlan los procesos metabólicos internos reduciendo la liberación de calor durante la digestión. Entre los diferentes aditivos que se pueden utilizar en épocas de estrés por calor podemos citar el bicarbonato de sodio, la betaína, la zeolita sódica o la aplicación de enzimas.

Las altas temperaturas producen un elevado estrés oxidativo a nivel celular, por lo que la aplicación de antioxidantes primarios (enzimas Super-óxido Dismutasa y Catalasa, Selenio orgánico como cofactor de la Glutatión peroxidasa) y secundarios (vitaminas E y C) también han demostrado un efecto positivo bajo condiciones de calor.

Regulación de la microbiota intestinal: herramienta clave frente al estrés por calor

En un estudio reciente, realizado en cámaras metabólicas, Labussière (2016, comunicación personal) encontró que el uso de la levadura viva Saccharomyces cerevisiae var. boulardi, logró que los cerdos tuvieran una mayor adaptación a las condiciones de estrés térmico. La suplementación de este probiótico, por un lado, incrementó el consumo de pienso y la frecuencia de comidas, y por otro, hizo que los cerdos utilizaran la energía consumida de un modo más eficiente. Este estudio demuestra la efectividad de la aplicación del probiótico en la adaptación de los cerdos al estrés por calor.

Pruebas de campo llevadas a cabo con cerdas en maternidad confirman beneficios similares en condiciones reales: bajo condiciones de estrés por calor, este probiótico mejora el consumo de pienso de la cerda, lo que se traduce en un mayor rendimiento de los lechones durante la lactación y en el momento del destete (Tabla 2).

Tabla 2. Resumen de pruebas de campo en cerdas lactantes suplementadas con la levadura viva S. cerevisiae boulardii I-1079 bajo condiciones de estrés por calor.

Por ejemplo, la prueba realizada en China bajo la supervisión de la Profesora Jiang Peng, de la Universidad de Huazhong, muestra los efectos de la suplementación con levadura viva en cerdas gestantes y lactantes (Figura 2 y Tabla 3).

Figura 2. Consumo medio diario de pienso en lactación (Kg) con o sin levadura a una temperatura media de la sala de 29 ºC. (Fuente: Peng et al., 2015)

Figura 2. Consumo medio diario de pienso en lactación (Kg) con o sin levadura a una temperatura media de la sala de 29 ºC. (Fuente: Peng et al., 2015)

 

Tabla 3. Ganancia media diaria durante la lactación de lechones cuyas madres se habían suplementado o no con levadura bajo una temperatura media de 29 ºC. (Fuente: Peng et al., 2015)

Conclusión

Bajo condiciones de altas temperaturas, y más concretamente cuando la temperatura supera los 25 ºC, las cerdas en lactación reducen el consumo de pienso como mecanismo para disminuir su producción de calor. Hemos descrito diversas estrategias (nutricionales y de manejo) para atenuar el efecto del estrés térmico sobre las cerdas lactantes. Entre ellas, la utilización de la levadura viva Saccharomyces cerevisiae var. boulardii (LEVUCELL SB) es una herramienta clave para mejorar el consumo de energía y el rendimiento productivo de las cerdas bajo condiciones de estrés por calor.